Este 2020 será un buen año para observarlas, pues sucederán cuando la Luna esté en fase menguante, aunque la previsión de lluvias para la noche del 11 al 12 puede dificultar la visión de esta lluvia de estrellas.

Las Perseidas, la lluvia de meteoros más importante del año, conocidas también con el nombre popular de «lágrimas de San Lorenzo» llegarán este 2020 a su máximo visible hacia el 12 de agosto, según el Observatorio Astronómico Nacional.

La máxima actividad de la lluvia está prevista para el 12 de agosto entre las 15.00 y 18.00 horas (horas oficiales en la Península). Por tanto, el mejor momento para observar las Perseidas serán las noches del 11 al 13 de agosto. Si se quiere evitar la Luna, es mejor observar en la primera parte de la noche, una vez que el cielo esté oscuro y antes de la salida del satélite.

Sin lugar a dudas, la casi nula contaminación lumínica que encontramos en nuestro complejo de turismo rural, hará única esta visión de las populares lágrimas de San Lorenzo. Por eso, qué mejor lugar que nuestro amplio jardín, chaqueta en mano, para poder contemplar este maravilloso fenómeno de la astronomía.

Las velocidades de estos meteoros pueden superar los 50 kilómetros por segundo, y su tasa de actividad puede llegar a los 200 meteoros por hora. Aunque su momento de máxima actividad tiene lugar en las noches del 11 al 13 de agosto, las Perseidas comienzan habitualmente a verse hacia el 17 de julio y terminan hacia el 24 de agosto.

Su alta actividad, junto con las condiciones atmosféricas favorables para la observación durante el verano boreal, hace de las Perseidas la lluvia de meteoros más popular, y la más fácilmente observable, de las que tienen lugar a lo largo del año.

Y este verano estamos de suerte, ya que según apuntan los científicos, este será un buen año para observar las Perseidas, que son visibles desde todo el hemisferio norte en pleno verano, pues sucederán cuando la Luna esté en fase menguante. ¡Menos contaminación lumínica aún!

Pero… ¿por qué suceden?

Los cometas, según describen sus órbitas alrededor del Sol, van arrojando al espacio un reguero de gases, polvo y escombros (materiales rocosos) que permanece en una órbita muy similar a la del cometa progenitor.

Cada cometa va formando así un anillo en el que se encuentran distribuidos numerosos fragmentos cometarios. Cuando la Tierra, en su movimiento en torno al Sol, encuentra uno de estos anillos, algunos de los fragmentos rocosos (meteoroides) son atrapados por su campo gravitatorio y caen a gran velocidad a través de la atmósfera formando una lluvia de meteoros.

La fricción con los gases atmosféricos calcinan y vaporizan los meteoros que aparecen brillantes durante una fracción de segundo, formando lo que popularmente se denomina como estrellas fugaces. No se trata por tanto de una estrella sino de una partícula de polvo incandescente.

La altura a la que un meteoro se hace brillante depende de la velocidad de penetración en la atmósfera, pero suele estar en torno a los 100 kilómetros. Sin embargo, el alto brillo y la gran velocidad transversal de algunos meteoros ocasionan un efecto espectacular, causando la ilusión en el observador de que están muy próximos.

Los meteoroides de masa menor al kilogramo se calcinan completamente en la atmósfera, pero los mayores y más densos (de consistencia rocosa o metálica), forman meteoritos: restos calcinados que caen sobre el suelo.

Cada año, a principios de agosto, la Tierra cruza la órbita del cometa 109P/Swift-Tuttle, que tiene un periodo de 133 años y que pasó cerca del Sol por última vez en 1992. Esta órbita está llena de partículas pequeñas, como granos de arena o menores, que han sido liberadas por el cometa en sus pasos anteriores. Cuando una de estas partículas, que formaron en su día la cola del cometa, entra en la atmósfera terrestre a gran velocidad, la fricción la calienta hasta vaporizarla a gran altura.

La correspondiente lluvia de meteoros parece tener un único centro de origen, un punto del que parecen surgir todas las estrellas fugaces. Ese punto se denomina ‘radiante’ y su localización se utiliza para nombrar a la lluvia de estrellas. Así pues, las Perseidas tienen su radiante en la constelación de Perseo.

¿Cuál es la mejor forma de ver las estrellas?

Según el Observatorio, el lugar de observación puede ser cualquiera con tal de que proporcione un cielo oscuro, si bien es preferible observar desde un lugar que tenga pocos obstáculos para la vista (como edificios, árboles o montañas), y no utilizar instrumentos ópticos que limiten el campo de visión.

Y Los Clásicos de Cuenca no pueden estar en mejor localización. A parte de la casi nula contaminación lumínica existente en nuestro complejo de turismo rural, Ribatajadilla se encuentra en medio del parque astronómico Serranía de Cuenca, que cuenta con el certificado StarLight.

Pero, ¿qué significa que la calidad de nuestro cielo tenga el certificado StarLight? Estos destinos, entre los que se incluye Ribatajadilla, son examinados por expertos y avalados por la Unesco, la Organización Mundial del Turismo y la Unión Astronómica Internacional.

Los cielos de la Serranía y el Campichuelo de Cuenca tienen las condiciones óptimas para la observación, y están protegidos de la contaminación lumínica, integrados por completo en la naturaleza.

Starlight es una institución avalada por la Unesco, la Organización Mundial del Turismo (UNWTO) y la Unión Astronómica Internacional (IAU) que se encarga de certificar, con criterios que elaborados conjuntamente por profesionales de diversos organismos internacionales, los mejores lugares del mundo para la observación astronómica.

Para certificar un Destino Turístico Starlight –como en el caso del Parque Astronómico de la Serranía de Cuenca–, la zona deberá pasar una exhaustiva auditoría astronómica sobre la calidad del cielo y los medios para garantizar su protección, y otra evaluación turística que acredite las infraestructuras, actividades e integración en la naturaleza nocturna adecuadas para ofrecer un astroturismo de calidad.

El número de meteoros observables por hora es muy variable. En un sitio bien oscuro y con el radiante alto sobre el horizonte puede superar el centenar. Sin embargo, el número de meteoros observados por hora puede variar muy rápidamente según varía la densidad de fragmentos en la estela del cometa, por ello las predicciones concretas sobre número específico de meteoros dependiendo del día y la hora son difíciles de realizar y suelen estar tener una incertidumbre alta.